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Editorial

Contar el mundo

Roca del León, Sigiriya (Sri Lanka). Autor: Santiago Tejedor.

Buscamos historias.

Buscamos historias que atraigan, cautiven o emocionen al que lee. Y eso aún es posible. Este mundo las tiene a miles, millones. Es posible hacerlo. Como también debería ser factible y obligatorio que los que dedicamos viajes, horas y silencios a juntar palabras, entendiéramos dónde estamos. Me dijo Chido Onumah, periodista nigeriano afincado entre el frío canadiense de Richmond (Columbia Británica) y el calor —triste estos días— de Port Harcourt (Nigeria), tierra de los ijaws, en un país con más de 500 lenguas, que somos “periodistas de un solo mundo”.

Michael Jacobs creía que uno de los grandes logros de Alexander von Humboldt, geógrafo, naturalista y explorador, fue utilizar los relatos de sus viajes para promover la divulgación. Es decir: que todos pudieran conocer un poco mejor el mundo. Desde un particular enfoque interdisciplinario de las ciencias, Jacobs aseguraba que el más significativo de los logros de Humboldt fue “el que con seguridad es el objetivo principal de un escritor viajero: infundir en el lector un sentimiento dominante de asombro ante la naturaleza” (Jacobs, 2010).

Buscamos historias. ¿Siempre hay historias? La respuesta es obvia: Sí. Hace ya un rato largo que las venimos contando. La materia prima la tenemos: un universo. Y dentro, nuestra galaxia. Nueve planetas. Cinco continentes. Unos 243 estados independientes (trozos de tierra, con o sin reconocimiento, rodeados de unas mentiras llamadas fronteras). Más 809 islas (nada más se supo del tesoro de oro, joyas y gemas que, hacia 1820, el capitán inglés William Thompson escondió en algún recoveco inhóspito de la isla del Coco). Cinco grandes océanos (algo heridos). Y en ellos, unos 100 “cuerpos de agua”, que muchos llamamos mares (con sus playas y sus galeones hundidos). Según la UNESCO, más de tres millones de barcos continúan olvidados en el fondo marino. Miles de kilómetros de ríos, de manantiales y de arroyos. Pero no hay historia sin personajes. Porque sin personajes no hay conflicto. Y sin conflicto no hay historias. A finales de 2019, unos 7.700 millones de personas (¿personajes?) deambulaban por este mundo. En 2050, podríamos llegar a los 11.400 millones. Dicen que más de 15.300 en 2100. Son personas que son, están, ganan, pierden, empiezan, muerden, soplan, rompen, crean, inventan, dibujan, llevan, traen, construyen, compran, escogen, desprecian, hacen, sueñan, beben, caen, sienten, luchan, encuentran (poco), buscan (mucho), olvidan, perdonan, dan, crecen, tienen, oyen, escuchan (los menos), vuelan, perdonan, consiguen, dan, crecen, esconden, golpean, dibujan, aman, hacen daño, guardan, saben, aprenden, se marchan, prestan, permiten, pierden, significan, besan, fornican, pagan, leen, corren, venden, envían, muestran, demuestran, cierran, cantan, duermen, hablan, gastan, enseñan, lanzan, entienden, despiertan, escriben, odian, matan, piensan, cuentan, viven, viajan. 

Y lo hacen todo —o casi todo— en este planeta. Falta ver si este mundo resiste y cómo lo hace. Esta sería también una buena historia. O muchas. La clave es esa: ir, mirar, entender y regresar para contar historias que, a su vez, ayuden a ir, mirar y, especialmente, entender. También a regresar (creo que esto es muy importante). Pero, por encima de todo, que sean historias que no acaben opuɐʇuoɔ opoʇ lɐ sәʌәɹ.       

«Lo que primero nos revelan los viajes
es nuestra propia basura,
arrojada al rostro de la humanidad».
Claude Lévi-Strauss

(Fragmento adaptado del libro Manual para la creación de guías de viajes, de Santiago Tejedor, UOC, 2021).

Santiago Tejedor, director de Tu Aventura.