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Editorial

Principio

Isla Fushifaru, Maldivas. Autor: Santiago Tejedor

Ahora que se acaba un año acaba es pertinente hablar de los finales y de los principios. Y de los estereotipos y los prejuicios que les rodean. Los que, poco a poco, hemos ido construyendo, especialmente, alrededor de una de esas dos palabras. 

Lo llaman fin o final. Nos dijeron (y nos lo recuerda también el diccionario) que «es aquello que ha acabado». Lo que está agotado, cerrado, terminado. Lo que fue. Lo que pasó. Lo que ya no está. Lo que ya no es. 

Quizás por eso aprendimos a temer tanto a esa palabra: fin. O a su vecina: final. Nos aterra que algo pueda terminar, que se acabe. Tememos que nuestra historia pueda desquebrajarse una mañana. Que llegue a su fin. Que finalice. Así, sin más. Sin motivos (o con ellos). 

Junto a Ruth Jiménez en nuestro libro Volver a empezar, nosotros pensamos que no es así. Quizás el error vino al confundir el significado de la palabra y, por descontado, su alcance. Decidimos —también esta vez— retar al diccionario (nos disculpe la “Academia”) y construir nuestra propia definición. Y juntamos estas palabras:

  • Fin: Dícese de la puerta de llegada a un principio. Es la antesala de una oportunidad, de un viaje, de un comienzo. Aparece justo antes de lo nuevo y tiene un extraño poder de abrir puertas, caminos e historias. Y muy pocas veces, de cerrarlas.

Por eso, también hoy, 30 de diciembre, es un buen momento para escribir de este año que termina. Contar, de otro modo, el final. Para que nos sirva como un contundente y certero principio.

«Suéñalo. Créelo. Créalo. Haz que suceda»

Anónimo

(Fragmento extraído del libro Volver a empezar, de Ruth Jiménez y Santiago Tejedor, Ediciones Kepler – Urano, 2018).

Santiago Tejedor, director de Tu Aventura.