Tahsin Mirza: comediante, profesor de teatro, refugiado.
Por: Jascha Winking, alumno del Máster en Periodismo de viajes presencial 2025
En Europa central se sabe poco sobre los yazidíes. ¿Su ángel más importante? Un pavo real. ¿Su símbolo más importante? Un sol. Y aparte, claro, se sabe lo que pasó hace una década, en el verano de 2014, con esa minoría étnica-religiosa que vivió principalmente en Şingal (Sinyar en árabe), al noreste de Irak. En ese entonces, el Estado Islámico (EI), que los acusó de “adoradores del diablo”, hizo todo lo posible para exterminarlos sistemáticamente. El grupo yihadista mató a unos 5000 yazidíes y secuestró a otros 7000. Entrenó a los niños para ser combatientes suyos, esclavizó a mujeres y niñas, y las violó de manera deliberada. Medio millón de yazidíes se convirtieron en refugiados de la noche a la mañana.
En agosto de 2014, el grupo terrorista también estaba a las puertas del pueblo del norte de Irak donde creció Tahsin Mirza, hoy en día comediante y profesor de teatro. Su infancia y juventud en la frontera entre Irak y Siria las describe idílicas: naturaleza, familia, amigos. Cuando llega el EI, Tahsin tiene 15 años y, de repente, se ve obligado a montar al techo de la casa de sus padres todas las noches para hacer guardia. En estos momentos no tiene idea de la odisea que le espera – y en quién lo transformará.
Estás parado en el techo de tu casa, en algún lugar de la frontera entre Irak y Siria, con un kalashnikov en la mano, sabiendo que tienes que defender a tu familia, a tu pueblo, a toda tu minoría religiosa contra el Estado Islámico (EI), uno de los grupos rebeldes más sanguinarios de la historia reciente. ¿Cómo se siente eso?
En Irak y en el Kurdistán iraquí estamos bastante acostumbrados a que a menudo haya conflictos. Pero tener que aceptar que, de repente, el pueblo está siendo amenazado de todos lados por terroristas… Estás preparado para defender a tus seres queridos, pero yo estuve parado en ese techo y entendí: es relativamente poco lo que puedes hacer. ¡Tenía 15 años! Podría haber disparado algunos tiros al aire, pero eso habría sido todo [risas]. ¿Qué habría hecho un kalashnikov contra sus tanques? Pero vimos la situación como una oportunidad para la solidaridad. Queríamos ayudarnos unos a otros.
Al principio pensaron que los peshmerga, el ejército kurdo, les defenderían. ¿Cuándo supiste que ellos iban a huir y que ustedes iban a estar solos?
Mientras yo dormía en el techo una noche, mi hermana vino corriendo y gritó: “Levántate, los peshmerga se han ido y el Estado Islámico ha atacado las aldeas vecinas. Debemos huir”. En realidad, quería dormir un poco más [risas]. Ya antes no confiaba en los peshmerga, pero en verdad fueron los primeros en abandonarnos. En ese momento supimos que teníamos que huir, pero no teníamos idea a dónde.
en un camión
tahsin y su familia
dejan su pueblo
sus pasados sus deseos sus vidas.
en un camión
que es tanto más que
un camión:
rescate y esperanza y símbolo.
manejando
por el polvo de kurdistán
se monta cada vez más gente.
ochenta seres humanos
cuarenta grados
y un solo
tanque de agua.
¿Qué siente un ser humano que está encima de un camión con 80 personas huyendo del Estado Islámico a través del desierto con una temperatura de más de 40 grados?
Mucho calor. Mucho miedo. Mucha confusión. Había diferentes familias con nosotros y cada una tenía miembros que aún estaban en otro lugar. La esposa de mi hermano estaba muy embarazada. Ni siquiera nos dábamos cuenta de lo que nos estaba pasando. Solo teníamos clara una cosa: teníamos que escapar. Recuerdo el llanto en el camión. Mujeres y hombres lloraban. Las 80 personas que estábamos allí teníamos sentimientos distintos y, de repente, todos estos sentimientos se unieron en un solo lugar. Estás abrumado. Tienes miedo. No sabes si sobrevivirás o no; no sabes si lo vas a lograr o no. ¿Nos fusilarán en el camino?
¿Hubo algo que te dio esperanza en esta situación?
Mi familia, mi fe en Dios, en mi humanidad, en mis valores. El sol. Es un símbolo muy importante en el yazidismo, pero, para mí personalmente, también es un símbolo lleno de esperanza. Y cuando escapamos, el sol brillaba. Hacía 40 grados y el sol nos pegaba fuerte en la cara y el cuello. Eso me dio esperanza.

El sol: Símbolo de esperanza en el yazidismo. (foto: Jascha Winking)
El viaje duró 16 horas. ¿Cómo te sentiste cuando finalmente llegaste a las montañas detrás de las cuales se encontraba Turquía?
Subí las montañas lleno de alegría. Todos cantamos. Y de repente empezamos a reírnos de todo. Lo juro, de todo. Desde el corazón. Porque aprendimos a convertir el dolor en alegría. Vimos el humor como una salvación. Sabíamos que podíamos morir, pero hubo una ligereza al lado del miedo.
Detrás de la montaña
está turquía
y turquía
en el nuevo idioma de los yazidíes significa
seguridad.
pero la montaña
es traicionera
y alta y pedregosa y resbaladiza y oscura
y quién sabe
qué acecha ahí
debajo de la media luna y el sol.
¿Qué sonido hacen 5000 yazidíes mientras suben una montaña para escapar del Estado Islámico?
Recuerdo perfectamente el sonido de nuestros pasos sobre el suelo rocoso. Y también la mezcla de los nombres que las familias gritaban.
¿Qué es lo que más temías mientras cruzabas las montañas?
Que muriera gente. Que muriera mi familia.
Cerca de la frontera, en medio de las montañas, el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) llegó a su ayuda con caballos. Describe el momento en que los viste.
Cuando trajeron los caballos, fue un momento lleno de esperanza. Desde que comenzó la huida hasta el momento con el PKK y sus caballos, mi sensación fue que el mundo nos estaba abandonando: Fuimos traicionados y vendidos porque somos yazidíes. Y de golpe aparece el PKK, sube a ancianos, niños y mujeres embarazadas a los caballos, y es como si nos dijera “estamos aquí para ayudarles, no están solos”. No importa cómo clasifiquen al PKK en Europa. Nos ayudaron y eso lo mantengo. Sin ellos, la gente habría muerto y familias habrían quedado separadas para siempre.
una ciudad
de carpas
en una ciudad
de cemento:
diyabakir
en la parte kurda
de turquía.
lo que alcanza la vista lo que alcanzan las vistas
una distopía
de plástico
y barro
frío
calor
enfermedad.
¿Qué se siente al mudarse de una casa espaciosa a una carpa?
Se siente realmente injusto. ¿Por qué me pasó esto? No hice nada. ¿Qué tan cruel es el mundo? ¿Qué hicimos para merecer esto? ¡Qué situación de mierda! Pero estábamos tan agradecidos de tener algo… de haber sobrevivido.
¿Qué fue lo que te dio esperanza ahí a pesar de todo?
Teníamos la esperanza de poder volver en algún momento. Volver a nuestras fiestas, a nuestra familia, a los momentos con los vecinos, viendo fútbol, bebiendo té, comiendo semillas de girasol, celebrando bodas. Llevábamos todas estas esperanzas dentro de nosotros y estábamos agradecidos de estar en un campo de refugiados con otros yazidíes con quienes podíamos charlar de todo. Yo creía que Dios nos permitió sobrevivir para que pudiéramos hacernos responsables de otros yazidíes que no lo lograron y para mostrarle al mundo lo que somos los yazidíes; que lo que nos pasó no es culpa nuestra. Mientras brille el sol, hay esperanza para nosotros.

En el campo de refugiados. (foto: privado)
Entonces, ¿qué significa para vos ser yazidí?
Somos mucho más que un genocidio. Ser yazidí significa ser buena persona. Alguien que sea agradecido, que sea servicial, que tenga un corazón puro. Pero también asocio el yazidismo con la naturaleza. Con las montañas. Con nuestras fiestas. Con el amor. Con el afecto. Con el sol. Con el agua. Con la primavera. Con ser un ser humano.
Los menores de edad
tienen las posibilidades más altas
de que en europa
les den asilo
y les permitan
hacer venir a sus familias
así que a
tahsin
lo mandan a llevar
en sus hombros de quince años
el futuro
de sus padres y sus hermanos
y cruzar con este futuro
futuros
montado en sus hombros de quince años
el mediterráneo
cruzarlo nadarlo volarlo
pero no
ahogarse
en este cementerio salado.
Tahsin, ¿cómo se puede confiar en un traficante de personas?
Debes confiar en tus instintos. Hay factores: Alguien que hable mi lengua materna, kurdo kurmanyi. O árabe. Que alguien sea yazidí, kurdo o iraquí. ¿Qué impresión me causa? ¿Habla mucho o poco? ¿Está buscando excusas? Pero, honestamente, al final es instinto. Negocias con él, preguntas a gente que ya ha hecho algo con él, experiencias… Es como en un restaurante: miras las reseñas y ves lo que dice la gente [risas].
La travesía de Turquía a Grecia fue increíblemente dura, con un clima típico de noviembre: olas enormes, agua fría. ¿Nos puedes contar cómo viviste todo esto?
Fue malísimo. Se trataba de sobrevivir. No tuvimos tiempo para pensar en absoluto. La idea era ir a Alemania y luego hacer venir rápidamente a mi familia, hacerla venir a una democracia donde no seríamos perseguidos. Sabía que sucedería eso… o que me ahogaría en el mar y me convertiría en un número más. Estuvimos en el bote durante 90 minutos. La mayoría de nosotros eran mujeres y niños, además de algunos hombres. Todos lloraron. Escuché oraciones constantemente. En algún momento, el bote tuvo una fuga y entró agua. Estábamos abrumados. El hombre que nos conducía quería ver la fuga y preguntó si alguien podía manejar el bote un momento, así que lo conduje yo durante unos minutos. Pensé: “Tengo las vidas de 80 personas en mis manos.” Cuando el conductor regresó, intentó durante un minuto quitarme el volante, pero no pude soltarlo. Tiempo después, mi primo me susurró: “Dame tu mano y abrázame fuerte, no quiero morir solo.” Hasta el día de hoy, todavía tengo esa frase en mi cabeza y sé que nunca podré deshacerme de ella.
¿Cómo te sentiste cuando percibiste la muerte?
Temeroso. Desprevenido. Tratado injustamente. E impotente.
cuando todo parece perdido
toda esperanza perdida
aparece un helicóptero
pájaro
pavo real
en el cielo
y acompaña al bote
por olas y viento
a lesbos
y el ferry a atenas
cuna de innombrables civilizaciones
cuna de una vida nueva
viene rápido
y el bus
va a la frontera con macedonia del norte
donde las policías golpean
porque pueden y porque nadie mira
pero tahsin
sigue
y sigue
y sigue
y sigue siempre adelante
y entonces
aparece croacia
la unión europea
estrellas brillantes en un fondo azul:
la tierra
prometida.
¿Cómo se sintió pisar el suelo de la Unión Europea después de arriesgar tanto?
Fue un gran alivio. Sabíamos que lo peor había quedado atrás y que la carga sobre nuestros hombros sería cada vez menor. Pero para mí, Croacia significaba, sobre todo, Luka Modrić [risas].

Tahsin, hoy, en conversación. (foto: Jascha Winking)
Después de 16 días de viaje y un total de un año y medio, tu odisea terminó en Múnich. Llevas casi diez años viviendo en Alemania, ahora eres ciudadano alemán y trabajas como comediante y profesor de teatro. ¿Qué has aprendido en este viaje que comenzó una noche del verano de 2014 en el techo de tu casa natal con un kalashnikov en la mano y que hasta hoy no ha terminado?
Mucho. Desde entonces han pasado tantas cosas locas en mi vida y cada vez que pienso que no puedo continuar, recibo una señal y continúo de todos modos. Siempre encuentro una solución. A veces, me siento como si ya tuviera 40, pero otras veces me siento como si tuviera 15, allá en el pueblo. Me siento muy agradecido por toda la ayuda que he recibido, por todas las personas que me han abierto sus brazos. He experimentado un tremendo desarrollo personal. Me he reído mucho, he llorado mucho, he sentido mucho dolor y alegría, he vivido mucho racismo en Alemania [se ríe a carcajadas], he tenido muchos días jodidos con las autoridades. Hoy estoy trabajando como comediante y como profesor de teatro. Tengo tantas grandes amistades… Todo eso lo llevo conmigo. Estoy muy agradecido.