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Ana Bélgica Güichardo: “El periodismo debe construir puentes de solidaridad para el bien común”

“Frontera Caribe” es un proyecto de cooperación interuniversitaria que busca mejorar la calidad docente, fortalecer las capacidades de investigación y potenciar el trabajo periodístico en la frontera entre República Dominicana y Haití. La iniciativa abarca la producción de materiales y el desarrollo de acciones de formación, sensibilización y debate sobre la narrativa de la violencia, las migraciones, la mujer y el medioambiente. Con dos talleres prácticos, dos jornadas de reflexión y un ciclo de debates, el proyecto se concibe como un espacio colaborativo de co-creación entre periodistas, docentes e investigadoras.

En entrevista, la doctora Ana Bélgica Güichardo Bretón -experta en comunicación y periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, magíster en Tecnología Educativa por la PUCMM y con más de 17 años de trayectoria docente- analiza cómo el periodismo puede contribuir a narrativas más humanas y equitativas sobre las fronteras, promoviendo la ética, la diversidad de voces y la solidaridad social. Señala la importancia de visibilizar las historias de mujeres migrantes, de cubrir los conflictos medioambientales vinculados a la migración y de crear modelos de colaboración transfronteriza entre universidades, medios y comunidades.

¿Cómo puede el periodismo contribuir a generar narrativas más equitativas sobre las fronteras y los territorios en conflicto?

La sociedad actual está marcada por un individualismo que ha sido promovido por el modelo neoliberal que se ha impuesto en muchas de nuestras economías. Para contrarrestar esta realidad, el periodismo puede contribuir con la creación de nuevas narrativas, más equitativas, sobre las fronteras y los territorios en conflicto desde una perspectiva social que promueva el bien común, para ir más allá de una cobertura institucional o política.

Esta cobertura puede, al mismo tiempo, incorporar las voces de quienes viven en esos territorios, aquellos que tienen que migrar y quienes están afectados por los conflictos, como una manera de romper con el discurso dominante y hegemónico que vemos en los medios cotidianamente. Es decir, debemos ofrecer una cobertura más humana, diversa, más contextualizada en la historia y en los conflictos, sin perder de vista la perspectiva social. 

Al mismo tiempo se debe recurrir a formas novedosas para contar historias a través de narrativas transmedia desde los medios digitales y tradicionales, que desmonten los clichés que se desarrollan en torno a la pobreza, a la violencia y a la ilegalidad. Partiendo de una premisa, ningún ser humano es ilegal, sin embargo, actualmente se tilda de ilegales a las personas en muchas de las narrativas que difunden grandes cadenas noticiosas. La estadía en un lugar que no le está permitido en el marco de las leyes es una realidad que hace ilegal la estancia, pero las personas nunca pueden tildarse de la misma forma, porque no es ilegal nacer, ni buscar una mejor vida en la realidad de pobreza y exclusión sistémica en nuestros países.

También se debe evitar la mirada estigmatizadora y sensacionalista, que muchas veces es una debilidad en la que incurren muchos periodistas por la necesidad de ser virales o de influir en los públicos, esa es una debilidad que tenemos que enfrentar desde la academia y desde la sociedad mediante la ética.

Las zonas en conflicto suenen ser un terreno fértil para la propaganda y la manipulación, por lo que el periodismo debe reforzar su compromiso con la verificación de datos, el uso de fuentes confiables y la transparencia en cómo se llega a las informaciones. Muchos conflictos van más allá de un solo país, por lo tanto, para una mirada más amplia con fuentes de los países involucrados y con organizaciones de derechos humanos.

El periodismo debe construir puentes de solidaridad para el bien común, debe contar mejor mejores historias sobre las fronteras y los territorios en conflicto humanizando esos relatos, contextualizando con la historia, con los procesos sociales y verificando con rigor los acontecimientos para que deje de ser un simple testigo del conflicto y se convierta en un mediador social, según lo indica Martín Barbero en su teoría de las mediaciones.

¿Qué enfoques narrativos y metodológicos permiten cubrir la violencia fronteriza o migratoria sin recurrir al sensacionalismo ni revictimizar a las personas afectadas?

Colaborar con la cobertura de la violencia en la frontera o la migración, sin recurrir al sensacionalismo, se resume en un enfoque de los derechos humanos. El punto de partida para reconocer que detrás de cada cifra o de cada titular hay personas, hay historias, hay derechos y hay dignidad. Este enfoque debe priorizar la protección de la identidad de los migrantes, evitar las revictimización y promover una mirada que denuncie la injusticia, sin explotar el dolor, no se trata de mostrar el sufrimiento con las caras de personas llorando, sino de dar voz a quienes lo viven.  Para esto, es imprescindible el uso ético de las imágenes, el lenguaje que usamos, cuando evitamos fotografías que expongan cadáveres, heridas o rostros sin su consentimiento; también se pueden sustituir los términos como “ilegales o invasión”, por otros más precisos, “las personas migrantes, la movilidad humana” entre otros.

Es relevante tomar en cuenta a las organizaciones locales, a los colectivos de migrantes, a los defensores de derechos humanos, periodistas de países de origen o de tránsito o destino que permiten obtener una diversidad de fuentes. Cuando se generan historias con esta mirada integral, se están mejorando los enfoques narrativos de los temas relacionados con migración.

¿De qué manera las historias de mujeres migrantes y trabajadoras fronterizas pueden transformar las narrativas mediáticas sobre movilidad, cuidado y resiliencia transnacional?

En primer lugar, se sugiere dar visibilidad en contextos de precariedad, que las mujeres migrantes tengan rostros (sin llegar a la porno miseria), presentar su vulnerabilidad de migración forzada, la informalidad laboral, la violencia y la exclusión institucional en sus países y de la misma manera que se cuentan las historias, el periodismo y la narrativa transmedia pueden hacer visible la pedagogía del cuidado, tanto doméstico como comunitario, como una forma de resiliencia silenciosa y colectiva que ayude a transformar la mirada sobre la frontera.

Es importante diferenciar los relatos bien construidos centrados en las mujeres, por ejemplo, para cambiar la forma en que entendemos la frontera, ya no sólo como una línea de separación, sino como un territorio de vínculos de intercambios de supervivencia, con esas historias que pueden hacer entender, desde el bien común, la otredad.

Es de suma importancia la empatía que pueda traducirse en solidaridad, para que se realicen acciones que cambien las políticas públicas para hacerlas más sensibles al género, al reconocimiento de los derechos laborales de los migrantes y de todas las personas en general.

Se debe revalorizar la experiencia femenina como conocimiento que construye memoria colectiva. Al contar las historias de mujeres trabajadoras fronterizas con ética y sensibilidad, el periodismo se convierte en una práctica de cuidado hacia el bien común, cuida la verdad, las voces y la dignidad de las personas que resisten en la periferia.

¿Qué estrategias periodísticas permiten incorporar la dimensión medioambiental en la cobertura de conflictos migratorios o fronterizos vinculados a los recursos naturales y la degradación ambiental?

Sobre las estrategias periodísticas para la cobertura de conflictos con una mirada en los recursos naturales, entiendo que es posible desarrollar diversas acciones que rompan con una cobertura que trata la migración, la pobreza, el cambio climático como temas separados, porque todos están vinculados entre sí. El periodismo debe narrar cómo la degradación del medio ambiente, la sequía, la deforestación, la pérdida de suelo, la minería o los fenómenos atmosféricos resultantes del cambio climático, generan desplazamientos de comunidades y crean tensiones sociales entre los países.  El periodismo debe reconocer esta realidad, para que pueda ayudar a proyectar mejor lo que sus audiencias necesitan conocer.

En segundo lugar, debe enfocarse en investigar los vínculos entre las políticas medioambientales y los desplazamientos, porque es una estrategia clave para identificar aquellas decisiones políticas y económicas, detrás de los problemas medioambientales, los proyectos, agroindustriales o turísticos que afectan los ecosistemas y obligan al desplazamiento de comunidades, por ejemplo.

 Este enfoque en el periodismo de investigación y de rendición de cuentas, ayuda a revelar la responsabilidades institucionales y corporativas que quedan ocultas en el discurso de los desastres naturales.

¿Qué modelos de colaboración entre universidades, medios y comunidades pueden fortalecer la producción periodística transfronteriza desde la co-creación y el intercambio de saberes?

Tenemos que comprender la educación como un modelo transformador, tal como lo planteaba Paulo Freire, para que de esta manera se puedan desarrollar los modelos de intercambio entre universidades, medios y comunidades que permitan compartir los conocimientos, es decir, vernos como entes de colaboración permanente y estratégica para el desarrollo de las personas y de los países. 

Debemos eliminar el concepto de competencia entre iguales para promover modelos de intercambio entre las universidades, para que, al mismo tiempo, este modelo se refleje en la búsqueda del bien común, que están llamados a construir junto con los medios de comunicación, tradicionales y digitales, con un objetivo centrado en el bienestar del ser humano, en los derechos humanos.

Según Güichardo Bretón, el periodismo no debe limitarse a ser un testigo del conflicto, sino convertirse en un mediador social que contextualice, humanice y construya puentes de entendimiento.